Tejer, una construcción silenciosa hecha de tiempo.
Sentir un textil Ayma es acariciar tiempo, abrazarlo. Prendas atemporales, lejos de la moda y su vértigo. Este tiempo es capaz de manifestarse de diferentes formas.
Es el mismo que está presente en la relación invariable del textil y el hombre en su necesidad primitiva de abrigo y resguardo.
Es el tiempo que necesitó el ser humano para desarrollar herramientas y métodos que luego se transformaron en oficios.
Es también el tiempo reflejado en prendas que trascienden y pasan de generación en generación y en la vigencia de telares que continúan creando textiles sin más energía que la humana.
Crear también es materializar tiempo. Es la materialización mágica luego de un proceso de acumular experiencias, vivencias, paisajes, rostros, colores y formas para que finalmente en un instante insondable surja la química de la idea y la creación.
Disfrutar un tejido y su textura es el arte de saber esperar, ya que esto nos permite sentir también el placer del tiempo que le llevó a un artesano crearlo.